MARIANO CANEGALLO
Folclore
¿Qué fue?
¿Qué fue del cielo estrellado
que guardó en mi luna
tu luna plateada?
Y allí, en las razones mías,
la aurora en tus ojos
dormidos en mi alma.
¿Qué fue del abrazo largo
que dejó en mi pecho
todas las palabras?
Y tu mirada de almendra
fundida en mis labios
resecos de ganas.
¿Qué fue de aquellos momentos?
Del verano bravo, de todas las rabias…
¿Qué fue del íntimo encuentro?
Del color profundo de nuestras miradas,
que viven, por siempre, y atadas
al tiempo, en cada mañana.
¿Qué fue del amor eterno?
¿Y de los otoños?
¿Y de los inviernos?
¿Qué fue del calor soñado
de las primaveras
que sueño en mis sueños?
¿Quién fue que escondió la luna
entre las razones
de todos los cuentos?
Guardando el perfume, tuyo,
tus ojos de almendra…
Tu estrellado cielo.
A Marilina
Mariano Canegallo
Copyright © 2021
2021-07-23
Todos los derechos reservados
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Soy del empalme ´las vías
Milonga ripolatense
Letra: Mariano Canegallo
Música: Oscar Ortiz
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Soy del empalme ´las vías
Sarmiento y General Roca,
El silbato del tren toca
esta lobense alma mía.
Los rieles fueron la guía
de tu presente... pasado.
Influencia del río Salado
que moja mi corazón,
forjando la tradición
el hombre, José Salgado.
Mis lágrimas... tu laguna,
tu plaza fue mi recreo,
tu historia en mis años veo,
de Juan Moreira, tu daga.
De tus heridas mi llaga,
de mis fríos tus calores,
tus voces son mis cantores
que te dedican las coplas,
soy viento cuando tu soplas
la vida de tus amores.
Mas cuando fuiste fortín,
en años en que la indiada
con sus potros acechaban
tu integridad, tu bravura,
con coraje la estructura
vos supiste defender,
mas les puede parecer
que lo que digo no es cierto,
mi Lobos, es cielo abierto
pa germinar y crecer.
De tu aguada soy la tierra,
de tu parque, tu canal,
soy abeja ´e tu panal,
leña chica de tu fuego,
soy plegaria de tu ruego
soy la punta de tu espina.
De allá, de las cinco esquinas,
del almacén, del potrero,
a Lobos mi amor sincero.
Soy del empalme ´las vías!
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Mi bombo, la flor del ceibo
Chacarera
Letra: Mariano Canegallo
Música: Christian Citterio
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Han visto nacer mi bombo
tus indias manos curtidas,
y un latido diste a su alma,
que anda soñando en mi vida.
Y va arrullando, mi bombo,
a las estrellas dormidas
Fue el sol, testigo en tu patio,
Quien le dio luz al follaje,
caricias de sombra fresca
que pal calor me brindaste,
dibujando guardas pampas,
las que en mi bombo sellaste.
Y dime: ¿Dónde ha vivido?
¿De qué ceibal era el dueño?
¿De cuántos nidos, cobijo?
O fue consuelo del viento.
¿O fue refugio de amores
mi bombo, la flor del ceibo?
En tiempos de Salamanca
van repicando los sueños.
Al indio Froilán González…
Voz de mi bombo legüero.
Has visto nacer mi bombo
El que pa siempre yo tengo.
En tantos atardeceres
pude escuchar su sonido,
el que le dio tu sonrisa
esa, que encarnó tu oficio.
Y que llama entre los montes
al sol que ya se ha escondido.
Las lunas convocan fiestas,
retumbos de los encuentros,
que besan tiempos sin tiempo
del corazón santiagueño.
Y van deshojando leguas
como abrazando recuerdos
Y en este canto, tu canto,
se va enamorando en versos
los que guardaste en mi bombo
allí en mi bombo legüero.
El que traje de tu rancho
pal lao de donde yo vengo.
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Secretos de mi guitarra
Tantos años te he querido,
queriendo ya no quererte.
Y he guardado este secreto
tan bien guardado que duele.
Bordé en mi pañuelo blanco
tu pañuelo azul celeste.
En una hoja escondida,
celosamente guardada,
por esperarte, mi espera
fue casi desesperada...
fueron caricias las letras
que nunca me reclamaras.
Hoy te confieso y te canto
que eternamente te amara.
Tu mirada abrasadora
se va envolviendo en mi zamba.
Tu sonrisa es la madera
secreta de mi guitarra.
Mujer, que junto a mis noches,
en cada luna me cantas
y en cada canto tu enciendes
el lucero en las mañanas,
dejando en mis ojos negros
tu perfume... y esta danza.
Seguiré amándote ensueños,
para ser tu dueño al alba.
Y así amarte eternamente
en cada noche estrellada.
Y recordarte en la luna
casi como te soñaba.
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Mendoza en mis sueños
Tonada
Letra: Mariano Canegallo
Música: Christian Citterio
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Canta en el valle la luna,
su idilio canta en mis versos,
mientras se duermen las viñas
en mis morados desvelos.
Y enamorada en Maipú
me diste retintos besos.
De negras uvas, tu boca.
De tu origen, el secreto.
Tus besos azul violáceos
tiñen de vino y febrero
mi corazón, la vendimia…
todo Mendoza en mis sueños.
Allí, en tu frutal mirada,
bajo los ojos del viento,
tus lágrimas son la brisas
del turno que da el tomero.
Y en las acequias, la risa
tan mendocina del riego,
que va mojando en los valles
las jarillas y los versos.
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El inmigrante
Tonada
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Llegaste del viejo mundo,
malbec, pa que yo te quiera.
Y te afincaste en mis valles.
Fue tu terruño mi tierra.
En tus otoños dorados,
siempre bruñida mi espera,
para abrazar al invierno
tu arisco sabor… Tu cepa.
Y así enraizaste el sol
a tus brunas uvas negras.
Fueron racimos tus noches
de serenatas y cuecas.
Enredado en el aroma
delicado de las siestas,
como sarcillos ceñidos
yo me envolví en tus caderas.
Y al vestirse de febrero
todo vendimia en mi mesa
llega, inmigrante, en mi canto,
como agua de las acequias.
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Tuamá
Chamamé
Letra: Mariano Canegallo
Música: Mariano V. Tuamá
El rincón escondido de tu alma que espera,
fue la búsqueda larga, con mis pilchas a cuestas.
Con la piel, calcinada, de preguntas eternas
y en los años, marcadas mis deseadas respuestas.
Tus caminos, Corrientes, son mis venas abiertas.
Y en mi sangre aquel río que a mi piel no mintiera,
con razones perdidas que mojaran mi tierra.
Y aunque nunca pescara, fue mi oficio la pesca.
Pescador escondido, fue mi espera tu espera.
Mi silencio arrancado de tu muda tristeza.
Se hizo canto en mi vida. Se hizo vida en tu puerta
y en tu abrazo, el abrazo, de mis lágrimas, vieja.
Fue el amor de mi casa quien guardó de mi espera
y alivió mi camino, con la cruz siempre a cuestas.
Fueron besos sus besos, sus caricias eternas...
Y su tibia mirada, fue su sola respuesta.
Y tu puerta sencilla, tan lejana y abierta,
en el fondo tu piel que a mi piel no mintiera.
Y en mis lágrimas, tuyas, barro gris de mi tierra.
Y en tu llanto aquel río, pa mi oficio, la pesca.
Y fue dulce la mano de mi fiel compañera,
como el agua del río pa mis venas abiertas.
Soy silencio arrancado de una muda tristeza.
Soy tu canto, Corrientes… Soy tu hijo… mi tierra!
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Milagro, mi milagreña
Chacarera
Letra: Mariano Canegallo
Música: Carlos Leiva
Te fui conociendo, tierra,
tierrita… leguas adentro.
En tus pupilas de luna
bailó el color de mis besos.
Milagro, fue por quererte
que mis desvelos robaran
tus ojos, carbón de leña,
tu piel trigueña riojana.
Cercada en mi corazón
como sabiéndote dueña.
Quedaste presa en mis labios
Milagro, mi milagreña.
De tu verdor, la esperanza
fue destejiendo espinillos
y en tu voz aceitunada
mi canto encontró su nido.
Fue del adobe del rancho,
que fuera mi hogar, mi casa
y en la frescura del patio…
el patio en que yo te amara.
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Viejo almacén de Negri
No se ven venir los peones
que habitaron las estancias.
Ni los árboles, desnudos,
que desvistieron el alba.
El olvido del palenque
recordó la caballada,
siempre esperando a los peones,
en horas de espera mansa.
Cuando un trago socarrón
hondas penas sepultaba,
la luna se fue, silente,
blanqueando la madrugada.
Ah! viejo almacén de Negri,
verde… de verde esperanza…
Fuiste verdor del follaje,
en la luz de tus ventanas.
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Mientras escucho el cencerro
Recitado criollo
Letra: Mariano Canegallo
Música: Mariano Canegallo
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Las lilas flores del cardo
que acompasaron el tiempo,
me entregaron su sonido,
cuando lo hallé entre mis sueños.
Y en el piropo galante,
que me dio, de solo verlo,
mi memoria corcoveó…
mientras sonaba el cencerro.
¡Qué sonido que tenía!
¡Si habrá pisado entreveros!
de la tropilla entablada
que tuve, (de un solo pelo).
¡Si habremos marchado leguas!
¡Si te habré escuchado, lejos…!
Y de pronto interrumpió
una imagen en el viento.
Me vi, montado en mi flete,
un gateado cabos negros,
galopando bajo el sol
caliente, de los desiertos.
Y junto a mí, la madrina,
envuelta en su campaneo,
abrazada entre las almas
de la tropilla, en mi sueño.
Y allí… mi bagual picaso,
que fue lunar de mis versos,
obligaba tradiciones
de pujanza en el rodeo.
Y como ayer, hoy galopan,
acompasando aquel tiempo,
mi tropilla de gateados,
mientras escucho el cencerro.
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Entre luces
Zamba
Letra: Mariano Canegallo
Música: Pablo Ledezma
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Tantas veces, de abrazarte
se hizo tarde aun sin tiempo
y fue casi por amarte
que me cubrí de desvelos.
Tantas veces, de ceñirte
suavemente hacia mi cuerpo
tu voz me dio un dulce acorde
invocándome un recuerdo.
Te abracé tanto, tantas veces…
que vos y yo en un intento
nos dormimos en el canto
que a tu boca le dio el viento.
Y en el idílico abrazo
que consumó mis deseos,
con tu fragancia, guitarra,
vos cortejaste mis versos.
Tantas veces, de rodearte
con mis brazos, y mi gesto
fueron gastando las noches
alboradas y troveros.
Tantas veces, el abrazo
despertó en tu amor los celos
de una mujer, la pasión,
entre luces y sin tiempo.
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Zamba del embrujo
Chacarera
Letra: Mariano Canegallo
Música: Christian Citterio
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En las nubes voló tu mirar,
colores de recuerdos que mi vida ya guardó.
Tus manos no puedo negar
al verte en el otoño que llenó mi corazón.
Presente muchachita que en mi pueblo despojó,
esencia de jazmines y de amor.
La memoria de verte pasar,
cubierta por estrellas y ceñida por el sol,
tus labios yo quiero besar,
con suaves melodías y voces de calor.
Figura de rosal, espinas que enclavó
el cuerpo que una tarde floreció.
Con el embrujo que tu vida con su hechizo me encantó,
sólo una página que miente su demencia y su pasión.
Quiero volverte a ver, quiero tenerte ya
envuelta en las razones de mi amor.
Con tu gracia coqueta al bailar,
girando con tu mano ese pañuelo en su esplendor.
Tu risa de dulce sabor
le dio a la danza un cambio en el suelo del amor,
y el vuelo que eras vos, la representación,
por no tenerte hoy en mi dolor.
Ahora salgo solo a caminar
mirando entre las nubes el remanso del adiós,
solo puedo beber y llorar
por todas las estrellas que le rezan a tu flor.
En esta despedida quedan lágrimas y yo
prendido de tu dulce corazón.
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Chamarrita de Isondú
Chamarrita
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Llorando rayos de luz
por la hermosura que vi,
ai anda el alto Isondú,
el más bello Guaraní.
Tiene perfume a madera
con que amores cautivó,
es la orquídea de la selva,
que envidia del hombre halló.
Al golpearte y darte muerte
una luz en cada herida
envolvió a este indio fuerte
pa mantenerlo con vida.
Y volaron por la selva
mil centenares de luces.
Luciérnagas de la noche,
el alma, los Isondúes.
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El Cardón
Chaya
Letra: Mariano Canegallo
Música: Christian Citterio
Ruegas al cielo, cardón en el cerro.
Sol de simpleza y valor;
toda tu savia custodia la vida,
la Pacha Mama que al indio encarnó
En las laderas mas altas, olvido.
Hasta la Puna imploras.
Pa que no invadan nuestra madre tierra
Ni duerman los niños hambrientos de paz.
¡Ay!, Soledad del indio que espera
la orden del Inca, del grito inmortal
y en su vientre enamorados
tiempos en los tiempos supiste soñar.
Supiste soñar, en tu soledad.
Pasan las lunas, sus pies a la greda
tus raíces, mi ser.
Valle de roca, cielo celeste
descubren al viento, su florecer.
Filosa espina desde la tierra
Sueños para contemplar,
para el cuidado, cardón de tu alma
cubre tu vida, la cordillera
¡Ay!, Soledad del indio que espera
la orden del Inca, del grito inmortal
y en su vientre enamorados
tiempos en los tiempos supiste soñar.
Supiste soñar, en tu soledad.
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Zamba para Coquena
Con tu sombrero ovejuno
tu estatura baja, nube blanca
Ya te han visto, Coquena los cerros andar
cuidando vicuñas y llamas.
Se oye un silbido de amor
y el rebaño solo, ha de arriarse.
Solo tu llevas ganado a pastar
al reverdecer de los valles.
Cuando salís en la noche estelar
de luna caliente, para el Potosí.
de plata y oro llenito llevas
una vicuñita con cargas
Y si algún chango quisiera cruzar
le das con tu magia esta zamba.
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Viste de lana ‘i vicuña,
en los altos cerros, vigilante.
Libes al aire deja boliar
pa cazar chulengu, adelante.
No hay donde esconder, si miente
si tiene un fusil, ¡madre santa!
Al buen pastor el va’ recompensar
es pa vos Coquena esta zamba.
Cuando salís en la noche estelar
de luna caliente, para el Potosí.
de plata y oro llenito llevas
una vicuñita con cargas
Y si algún chango quisiera cruzar
le das con tu magia esta zamba.
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El Pombero
Chacarera
Letra: Mariano Canegallo
Música: Christian Citterio
Yo me adentré en la selva grande
y me vi medio perdido ahí
¡Ay! Pomberito yo quiero verte,
escuchá pues mi pedido aquí.
Como cuidas de las aves, vuelo
y la corteza en el suelo está,
Pa proteger todo el bicherío
aquí abajito te espero, acá.
Solo corazón, con piel de aguará
El río en mi ser, soy un cunumí
escuchá Pombero este sapucay
que vuela de mi alma guaraní.
Cabeza grande, petizo y fiero
Luz de la vida en el monte azul,
yaguareté que andas escondido,
te via decir mi intención de luz.
No espantés a los animales
que solo traigo mi maracá,
ni la eirté me ‘i bajao Pombero,
estos panales, tu propiedad.
Solo corazón, con piel de aguará
El río en mi ser, soy un cunumí
escuchá Pombero este sapucay
que vuela de mi alma guaraní.
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Carruf Taiel
“El canto sagrado del viento” (Loncomeo)
Los Viejos entre los viejos
desde la altura del tiempo
siempre oyeron tus sonidos,
canto sagrado del viento.
Carruf soplaste las flautas
al cruzar los pajonales,
redoblas como el timbal
al tocar los pedregales.
Clarín en los remolinos
vos la música creaste
violín sobre el agua mansa,
viento de tierras australes.
Elëngasen te ha creado,
te ha puesto distintas pieles,
y te hizo musiquero
Sureño Carruf Taieles.
Si en las tierras araucanas
no existieran instrumentos,
sus ritmos darían las notas
azotadas por el viento.
Alma propia del cultrún
que danza en torno al rahué,
como antes, como siempre,
sagrado Carruf Taiel.
En el cerro Yanquenao
hay un cultrún mineral,
petrificado de embrujos
pa que no pueda cantar.
Presa su alma musiquera
hoy revive el pillantún,
con instrumentos mapuches,
canta un soplo del cultrún.
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La llorona
Milonga
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La vi vestida de blanco
no tenía pieces, y es cierto,
deambula por campo abierto
llorando constantemente,
el gemido ciertamente
enloquece al perrerío,
o por lo menos al mío
cuando la vimos volando
al ras del piso y gritando
sus lamentos pobreríos.
Trai desgracia a los paisanos
aunque le ande de buenas,
sale siempre en luna llena
y se acerca pa las casas,
enfermando donde pasa
a todo crestiano sano
y reboliando la mano
saca toda su maldá.
Y al doliente sin piedá
lo manda pal otro lado.
Por un castigo divino
ella anda siempre llorando
eternamente buscando
al hijo que ha abandonado,
que pa esconder su pecado
lo tiró al agua del río.
Y si en algún amorío
se encuentra un mozo del pago,
le pega un abrazo helao
hasta matarlo del frío.
Me la’í cruzao en el campo
cosa mortal, según dicen,
al que se apiada o se aflige
por escuchar sus gemidos,
les roba o deja tendidos
a medio estirar la pata.
Con un salto mi alpargata
se acomodó en redepente
y se fue cuando en su frente
le puse mi cruz de plata.
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Pillan Quitral
El fuego sagrado (Kaani)
El que siempre existió lloró y lloró,
sus lágrimas formaron el Arrok
y al dejar de llorar, él suspiró,
inicio del viento en el sur contempló.
Una chispa, su mano cascabel,
rasgando las tinieblas, creación,
ese fuego sagrado, Antü Malguén
que se funde en las llamas de este sol.
Andando por el tiempo Elal
al chonek, primitivo lo creó.
Tehuelche el indio del Chaltén,
fue su guía y el manto protector.
Del frío y la helada lo cuidó
ilustrando la risa con su piel.
Y es sagrado el color que concedió
el secreto de la chispa, vida y miel.
Como ofrenda al creador va nuestro amor,
que vuelva y no se lleve del Chaltén.
Dejaremos todos al Pillán Quitral
Que no se lleve al sacro Antü Malguén.
Muchas lunas han pasado desde allá,
la llama de este fuego de calor,
que perdura en el centro del volcán
y que es chispa para siempre, nuestro sol.
Andando por el tiempo Elal
al chonek, primitivo lo creó.
Tehuelche el indio del Chaltén,
fue su guía y el manto protector.
Del frío y la helada lo cuidó
ilustrando la risa con su piel.
Y es sagrado el color que concedió
el secreto de la chispa, vida y miel.
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Chacarera de l’ alma mula
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Muy cerquita de Mailín
yo me la supe ver fiero,
l’ alma mula me ha corrido
por Santiago del Estero.
Mujer que anduvo en amores
con el mesmísimo cura,
y en mula se ha convertido
por sacrílega la impura.
De orejas largas y claras
y el pelo oscuro pa negro,
corre en la noche los campos
y por la boca echa fuego.
Alma mula pecadora
con esos relinchos fuertes,
andás entre piquillines
encadenada a la muerte.
Viste cadenas de oro
que crujen constantemente,
junto a relinchos y aullidos
atormentan a la gente
Yo te voy a liberar
de tu martirio embrujado,
tuzando tus crines, mula,
con un cuchillo afilado.
Mojao en agua bendita
tambien cortaré tu oreja,
te sacaré el freno de oro
pa que mueras, mula vieja
A riesgo ‘e mi propia vida
hoy toparte yo quisiera,
Mul’ánima santiagueña
es pa vos la chacarera
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La Salamanca del Huáncar
Chacarera
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Allá en el Huáncar vive el Zupay,
la fiesta, el baile ya comenzó.
La salamanca empieza a bailar.
La luna llena el cerro alumbró,
pa que mandinga empiece a brillar.
Dulce tum tum, tu caja se oyó
cuando comienza a salamanquear.
Noche de azufre, noche de flor.
Por la quebrada no hai de pasar
ningún arriero solito irá
porque a la fiesta lo han de invitar.
Y el brujerío sorpresas da
unos vinitos para tomar.
y los ciegos de nuevo verán
el sol, el cielo y las estrellas.
¡La salamanca empieza a bailar!
Pero lo pior es pa’l carnaval
del Huáncar sale a la quebrada
la Salamanca empieza a ‘nimar
pa que la gente adore a Pujllay.
Ave María voy a rezar
Diosito, libra todo este mal.
Y de mandinga me ai de escapar,
pa no empezar a Salamanquear.
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Runa Uturunco
Chacarera
Letra: Mariano Canegallo
Música: Christian Citterio
En una noche de luna
de aquellos tiempos pasados,
yo vide al hombre puma,
un viejo indio cansado.
Es como un tigre cebado
que para el quechua fue runa,
era un gato condenado
sin alma y piedad ninguna.
No le ande desprevenido
porque este runa uturunco,
varios peones se ha comido
de a uno y a todos juntos.
​
Tiene una piel de animal
feroz alma de este monte.
Y se empieza a transformar
cuando hay lunas en la noche.
Brillan las huellas felinas
convirtiéndose en cristianas.
A los caminos lastiman
sus garras que nunca faltan.
La cañada de Vinchina
lo ha visto en su forma humana.
Ese gato bien mandinga
es delicado pa las balas.
Es bailarín de la sombra,
chacarereando bien trunco,
Enamorado de la luna,
se ha visto al Runa Uturunco.
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Corrales viejos
Lugar de encuentro y trabajo,
se ven sus postes añejos,
redondos corrales viejos
de doble alambre acerado,
con un palenque plantado
en el medio del potrero.
Barro seco, el pisadero,
embudo ‘e tablas partidas,
la manga, el cepo y mi vida
en tu espíritu campero.
Los galpones del costado
que guardan las herramientas,
lazos, bozales y cuentas
y hasta un catre desarmado,
un cajón con diez candados
son recuerdo de tu historia.
Años pasados de gloria,
de yerras y reuniones,
donde las rojas canciones
resuenan en mi memoria.
Los hilos de más abajo
arqueados por la alpargata
de afirmarle bien la pata
cuando comienza la farra,
pa sostener la guitarra
que acompaña a los cantores,
se lucen los trovadores
entre cuentos de ocasión,
y hacia un lado del fogón...
contrapunto y emociones.
Lugar de encuentro y trabajo,
rinconcito de mi alma.
Querencia como las palmas
de mis manos, tus sauzales,
paraísos y animales
que adornaron tus festejos.
Del tiempo de antes, de lejos,
y de ahora en el presente,
son testigos de su gente,
redondos corrales viejos.
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Zamba de amor prohibido
Chacarera
Letra: Mariano Canegallo
Música: Christian Citterio
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